Icono del sitio

#1: DIARIO DE UNA MANTIS

Han pasado días desde que nos enseñaron a jugar. Me acuerdo del primer día. Todas las niñas eran simpáticas, era muy guay jugar la primera vez. Me daba un poco de miedo, era como el escondite pero con agua. Me gustaría volver a ese día. Al menos, no tendría tanto miedo como ahora.

Si algún día me preguntan por esta competición, quiero contar la verdad. No puedo acordarme de todo lo que pase, por eso lo apunto en un diario. Los mayores siempre dicen que los niños se acuerdan de todo, pero no es verdad. Me parece que ellos, tienen mejor memoria. Porque siempre se acuerdan de lo malo. En cambio los niños, quieren olvidarse de lo malo. Espero que lo entiendan, no sé cómo explicarlo muy bien.

Yo juego en el equipo verde. La Ivette es la líder. Es un poco mandona, y da miedo cuando se enfada. Pero juega muy bien. Y tiene buena puntería. Su amiga Esther, no es tan buena. Y la verdad, me cae mal. Siempre va de chula, se ríe de todas. Incluso de mí. No le he hecho nada. No tiene que hacerme daño, si fuera de otro equipo le habría mojado hace tiempo. Pero la Ivette…con ella no me atrevo a discutir.

Desde que me vio por primera vez, me ha tratado mal. Intento jugar, y que se sienta orgullosa de mí. Pero siempre me mira mal. Dice que le recuerdo a Astrid, porque tenemos el mismo peinado. Astrid es su enemiga, la líder del equipo malva. ¡Pero yo no soy ella! Yo soy yo. Soy una mantis, una jugadora del equipo verde. Y quiero que mi equipo gane. No sé qué hacer para que me acepte.

A la hora de comer, solo hablo con mi equipo. Me gustaría hablar con otras chicas, pero me miran mal por ser del equipo verde. Creo, que la Ivette es tan mala, que por eso todas piensan que somos como ella. Me gustaría hacer más amigas…pero me da miedo que la Ivette me eche la bronca. No quiero que me expulse del equipo. Si me echa…no puedo entrar en otro equipo. Nadie me aceptaría, por ser una mantis.

Intento hablar con las chicas de mi equipo, pero todas hablan de lo mismo. Quieren ganar, les da igual hacer trampas, no pueden pensar en otra cosa. Parecen zombis. Si, muertos vivientes, con una bruja que les manda lo que tienen que hacer. Espero que nunca encuentre este diario, ni lea nada de lo que pongo sobre ella. Me daría mucha vergüenza…y miedo.

Después de comer, tenemos tiempo libre antes de que empiece la partida. A mí me gusta pasear. El sitio es bonito, tiene un corral con gallinas y pequeños pollitos muy monos. Me da pena. Es un sitio muy chulo…y estoy viviendo con niñas muy malas. Supongo que me acostumbraré, pero es difícil.

La alarma suena. Eso significa que la ronda está a punto de comenzar. Todas las niñas van armadas con una pistola de agua, tienen que mojar a las del otro equipo y conseguir puntos. Al final del día, sale un ranking para decir quien ha ganado. Si un día salgo en ese ranking, le podré caer bien a la Ivette.

Cuando entramos en el edificio, cada jugadora busca un sitio donde esconderse. Yo siempre quiero esconderme con alguna compañera, pero ellas no quieren. Me dicen “búscate un sitio, pesada”. Me siento mal cuando me lo dicen, pero ¿Qué puedo hacer? Quiero jugar en equipo, creo que así se gana en los juegos.

Empieza la partida y todo va como siempre. Las jugadoras van a su bola, mojan a las del equipo contrario y esquivan los disparos como pueden. A mí me dan muchas veces, eso hace enfadar al equipo. Pero ésta vez, será diferente. Porque estoy viendo, como una jugadora fucsia camina escondida hacia la Ivette. Se piensa que no me he dado cuenta, pero ahora…tiene un problema. Yo.

La chica fucsia está a punto de llegar hasta Ivette. Va armada con un fusil de pintura rosa. Si le da por la espalda, va a ser un buen disparo. La veo como apunta directamente a la cabeza. Y antes de que se entere, yo disparo. La pintura verde le da en toda la cara. La Ivette se gira, mira como sigo disparando. Pero no hace nada, solo me observa.

La jugadora del equipo fucsia se ha caído al suelo. Y creo que se ha hecho daño, pero ahora me da igual. Sigo disparando, sigo mojándola con pintura. Y entonces, sin saber cómo ni porqué, le grito la siguiente frase:

¡!SI VUELVES A TOCAR A MI JEFA, TE ROBO LAS GAFAS!!
¡¿TE HAS ENTERADO?!

De pronto, me tranquilizo. Las de mi equipo hace rato que han parado de jugar. Me miran, pero no se ríen. La jugadora fucsia está llorando, no sé si del daño, o de terror. O puede, que de las dos cosas. Hay algo que me sorprende más que eso: Ivette me sonríe.

Luego, Esther sonríe. Y todas las del equipo verde se ríen. Hemos ganado la ronda. No ha sido gracias a mí, pero les ha gustado lo que he hecho. Era la primera vez que gritaba tan fuerte, nunca lo había hecho. Todavía estaba pensando, como he podido hacer algo así. Ivette sale corriendo a las duchas, todas la siguen. La ropa se vuelve pegajosa luego de tanta pintura, pero en ese momento no podía pensar en ducharme.

Lo había conseguido. Ivette me había aceptado. A lo mejor, no está tan mal ser un poco mala. Tampoco hay monitores o profesores en ésta competición. Nadie me dice lo que tengo que hacer. Es muy raro lo que voy a decir…pero tengo ganas de que empiece la siguiente ronda. Y tengo muchas ganas, de hacer llorar a más jugadoras.

Relato siguiente

Volver a la página principal

Si te ha gustado este relato, no olvides seguir nuestro trabajo en redes sociales. !Hagamos del confinamiento, una oportunidad para entretenernos y disfrutar de la literatura!

Síguenos en:
Instagram: @ghomafilms
Facebook: Ghomafilms

Salir de la versión móvil